La vida de mi abuelo capítulo 4



4-SU LLEGADA A LA VIDA ADULTA
Ese año, al cumplir 16 años, el 13 de mayo, mis padres me dieron una noticia muy chula: me quería fichar un equipo de fútbol llamado Astillero y  a finales de ese mes me llevarían a hacer la prueba de admisión. Estaba impaciente por ir a hacer la prueba.
Y llega el día de la prueba. Mi niñera me puso mi desayuno favorito, me puse mis medias negras de puma, con mi equipaje de puma rojo y mis playeras Adidas Predator, que me las regalaron por mi cumple ese mes. Al acabar de prepararme, mi padre me llevó al entrenamiento en su R-4, aunque no se quedó porque tenía que hacer un recado. En el entrenamiento fuimos unas quince personas, más otros quince del equipo del año anterior. De esas treinta personas, trece se quedaban fuera y  17 dentro, y ese sería el equipo para esa temporada. Al acabar el entrenamiento nos pidió la dirección y nos dijo el entrenador que mandaría a los diecisiete jugadores que se quedaban una carta con los entrenamientos y lo que había que pagar para la equipación de juego y la ficha.

Pasaron dos semanas y yo estaba esperando la carta para ver si me habían aceptado y, como no llegaba, pues me puse muy triste porque no me habían aceptado. Pero un día llamaron a la puerta por la mañana; fui a abrir, pero no era el cartero, era el entrenador, que se llamaba Tomás:
        -¿Qué haces aquí?
-       Vengo a darte la carta, que se me había olvidado echarla en el buzón.
Nada más decirlo fui corriendo donde mis padres, que estaban desayunando en la cocina, y les dije la noticia. Mis padres me felicitaron y fueron a la puerta a invitar al entrenador a desayunar porque eran las 9 de la mañana. Sobre las 9:30 se levantaron mis hermanas y las dije la gran noticia, pero había un imprevisto, hay dieciocho kilómetros entre Vargas y Astillero y mi padre no me podía llevar a entrenar porque era alcalde de Cortes y solía estar viajando a Madrid en su R-4 o en tren. Pero Tomás dijo que no pasaba nada, que el vivía al lado de Vargas y que pasaría todos los días de entreno una hora antes para llevarle. Después de desayunar me dijo Tomás que mañana pasaría a las once a buscarme para ir a entrenar. Ese día lo único que hicimos en el entrenamiento fue: físico, unos cuantos tiros de falta cada uno y un partidito. Yo jugué de centrocampista ofensivo, Aunque el partidito lo perdimos 4-3, marqué dos goles de falta y di una asistencia al extremo izquierdo, que se llamaba Luis, que le dejé solo contra el portero. Todos los días de entreno de pretemporada hicimos lo mismo, físico, un partidito y lo único que cambiaba era que en vez de tiros de falta, pues hacíamos penaltis, defensa o regate. Siempre cuando volvía de entrenar con Tomás (mi entrenador) hablábamos de temas de fútbol, de qué tal iban el Atlético de Madrid, el Real Madrid o el Barcelona, o de quién necesitaba tener mayor rendimiento del que tenía ahora. Por ejemplo me dijo que Luis, el extremo izquierdo, venía del Rayo-Cantabria, uno de los mejores equipos de Cantabria y que estaba rindiendo mucho menos de lo que le había visto en los partidos con su antiguo equipo y que, como yo era el capitán, que tenía que intentar activarle las pilas porque iba a ser una pieza muy importante en este equipo, sobre todo en partidos difíciles.
Antes de que empezara la temporada, Luis se activó las pilas y se convirtió en uno de los mejores jugadores del equipo, pasó de jugar 15  o 20 minutos a jugar casi todo el partido.
La mayoría de equipos de nuestro grupo eran de primer año o muy malucos, salvo uno, el Guarnizo, que fue el único equipo que nos puso resistencia. La liga ese año fue dos grupos de ocho equipos y pasaban los cuatro mejores de cada grupo a la fase final y, de esos ocho, los dos mejores jugaban una especie de final; quien ganara quedaba campeón de Cantabria  
Al acabar la primera fase, pasamos de nuestro grupo el Guarnizo, la Amistad, el Colindres y nosotros, del otro grupo pasaban el Rayo-Cantabria, el Vargas (mi antiguo equipo), la Gimnástica y el Perines.

 En cuartos de final nos tocó contra la Gimnástica. La ganamos 2-1 con un gol mío y otro de José, el delantero centro. Pasaron a semifinales el Rayo Cantabria, que ganó 4-0 al Colindres; el Vargas, que ganó 1-0 a la Amistad; el Perines, que ganó 2-1 al  Guarnizo. En semifinales nos tocó contra el Vargas y era un mal rollo, porque todos mis compañeros de equipo del año pasado me miraban con mala cara. Aunque, a pesar de todo, les ganamos  3-1. De la otra semifinal, ganó el rayo Cantabria 3-0 al Perines. Entonces, la final era entre el Rayo Cantabria y nosotros. Esta fue muy reñida, aunque terminamos perdiendo 4-3 con dos goles míos y uno de Luis. Pero pasó algo que me emocionó bastante: el Rayo Cantabria me había pedido los datos y me había dicho que me llegaría una carta con la confirmación de fichaje. Yo acepté, porque en ese momento el Rayo Cantabria tenía el mejor equipo de Cantabria.
Un mes y medio más tarde me llegó una carta diciendo que había sido admitido en el equipo. Me llevé una alegría enorme, pero seguía teniendo el mismo problema que con el anterior equipo, no tenía quien me llevara. Pero el primer entrenamiento, que era el único al que me podían llevar, me dijo el entrenador que vivía en Vargas y que me podía llevar.

 Esa temporada pasó lo mismo que el año anterior, que el Rayo Cantabria ganó la liga, pero hubo un imprevisto. De repente me llegó una carta a casa diciendo que había entrado en la selección cántabra de futbol. Y que me iba a Barcelona a jugar el Campeonato de España de fútbol al acabar la temporada. En el campeonato quedamos segundos  de España; perdimos la final contra la selección Madrileña, 2-1, con un gol del delantero de falta. A pesar de eso fue una experiencia muy chula.
A la temporada siguiente me fui a jugar al Guarnizo porque el Rayo Cantabria no tenía equipo sénior. Ese año quedamos 3
terceros en Liga, pero a mí me dio igual porque hacia un par de semanas me había dicho el Atlético de Madrid que fuera el 23 de junio a Madrid a hacer la prueba de ingreso en el equipo. Yo ya tenía diecinueve años, así que ya tenía carnet de conducir.
Ese día hice un entrenamiento espléndido, pero aun así no tenía claro que fuera a entrar; había mucho nivel y había uno de mi puesto que venía de jugar en el Villareal. Al acabar el entrenamiento, el entrenador dijo que llamaría a todos a los que habían sido admitidos y a los que no y explicar la razón por la que no.
Un mes más tarde me llamó y me dijo……








  








Comentarios

  1. Sinceramente, los coloquialismos hacen que la lectura me sea más familiar, me recuerda a esas novelas españolas de los 90 (en el buen sentido)

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