La vida de mi abuelo capítulo 3
3-SU
ÉPOCA ADOLESCENTE
María
Jesús es una de las hermanas pequeñas de Manuel.
Nací
el 17 de junio de 1945 en Villacarriedo.
El único de mis hermanos que estuvo presente fue Manuel, porque era el hermano
mayor.
Después
de mí, vino María Concepción, nacida el 24 de febrero de 1947 en Carandia. Cuando
sucedió, yo tenía casi dos años, así que no sabía con exactitud lo que estaba
pasando mientras mi madre estaba rompiendo aguas. Más tarde nació María Antonia,
pero como ya sabréis, ella vino al mundo en Vargas, no en Carandia. Y para
acabar las hermanas, vino la última de ellas, María Teresa-Celina. Aunque esto
ya es pasado.
Yo
ya tenía 13 años. Me pasaba todo el día en el instituto de Castañeda y cuando
llegaba a casa me pasaba toda la tarde estudiando para los exámenes y haciendo
deberes, así que los únicos días libres que tenía eran los fines de semana,
aunque no siempre, porque mi hermano mayor, Manolo, jugaba a los bolos y
solíamos ir a verle jugar todos los partidos. Le entrenaba nuestro tío-abuelo,
que fue campeón de España de bolos.
Aunque
si me quejaba de ese año espera porque el año siguiente mi hermano se apuntó
también a fútbol en el equipo de Vargas.
Ese
año hubo un día que tenía un partido de fútbol en que se jugaba la liga y un torneo de bolos. Si ganaba, se convertiría
en el campeón de bolos de Cantabria. Como era de esperar, fue al torneo de
bolos que era todo el día.
Nos
despertamos él y yo a las ocho y media de la mañana, porque a las nueve tenía
que estar en la bolera del pueblo para jugar su primer partido. Jugaba contra
un niño de Castro llamado Anartz. Le ganó,
puesto que era de los más malos de los que había visto. Eran las diez y hasta
las 12 no era el siguiente partido de mi hermano, así que nuestra madre nos
llevó a desayunar, ya que no nos había
dado tiempo en casa, a un bar que estaba al lado del campo. Yo desayuné un zumo
de naranja, un poco de leche y un pincho de tortilla de patata. Cuando acabamos
todavía eran las once, quedaba una hora, así que fuimos a dar un paseo por el
pueblo. Nos quedamos un rato en el parque y yo me caí del columpio y me hice un
moratón en el hombro. Llegamos a la bolera corriendo porque nos habíamos
entretenido mucho e íbamos tarde, aunque
al final llegamos bien. Ahora jugaba contra uno de Santander, llamado
Pablo, al que ganó, pero a este le costó un poquito más. Cuando acabó nos fuimos a comer a
Santander, en el R-4 de nuestro padre,
porque Manuel jugaba el pase a
semifinales ese mismo día a las cuatro en la bolera municipal de Santander. Nos
fuimos a comer a un restaurante llamado La Toba. Yo comí un cocido montañés y
mi hermano Manuel unos espaguetis a la
carbonara. De segundo
un
filete de lomo con patatas y él una merluza rebozada con patatas y, de postre,
yo una tarta de la casa y él, un helado. Al acabar nos fuimos a la bolera,
porque eran las tres y media. Llegamos a la bolera y estaba el otro niño contra
el que jugaba mi hermano. Estuvieron un rato hablando entre ellos y vino Manolo
y nos dijo que se llamaba Gonzalo y era de los Corrales de Buelna. Se pusieron
a jugar el partido y volvió a ganar mi hermano; ¡había pasado a semifinales!. Si ganaba dos partidos más, sería el campeón
de Cantabria de bolos. El siguiente también lo ganó contra un chico de Cabezón
de la Sal. Y llegó la final… Manolo
estaba muy nervioso, porque su rival era un chico de Colindres, que había
ganado el año anterior siendo de primer año. El partido fue muy reñido: estuvieron
todo el rato empatados, pero en la última tirada a él se le fue la bola y se le
quedaron tres bolos en pie; entonces mi hermano, si tiraba todos los bolos, se
alzaría campeón de Cantabria de bolos. Lanzó y todos los bolos fueron cayendo
al suelo, hasta no quedar ni uno en pie,
y bajamos corriendo todos a abrazarle. Sobre las ocho de la tarde le
dieron a mi hermano la medalla de oro y el trofeo de Campeón de Cantabria. Para
celebrar la victoria de Manolo, nos fuimos a cenar al Gastromar, que era uno de
los restaurantes con más calidad y caros
de España. ¡Todo estaba de rechupete!.. Al
volver a casa en el coche, Manolo se quedó dormido porque estaba muy cansado;
era de entender, todo el día jugando a los bolos….
Y
nada más llegar a casa, me acordé de que al día siguiente era lunes y tenía examen de Matemáticas y Física
y Química; entonces me puse a estudiar como una loca. Al final saqué un nueve
en Mates y un ocho setenta y cinco en Física y Química.
En
el partido al que tendría que haber ido, ganaron 3-2. Marcó dos goles Isidro,
que era el máximo goleador del equipo y el otro Ángel, que era un chico nuevo
que vino de Renedo de Piélagos a vivir aquí. Jugaba de centrocampista, más
exactamente de centrocampista ofensivo.
Por
fin vuelvo a ser yo, Manolo. No sabéis qué alegría tengo encima. Mi equipo ha
ganado al primero y eso significa que les pasamos y podemos ganar la liga y soy
campeón cadete de bolos de Cantabria. Ni en mis mejores sueños había soñado con
algo así.
Por
si no lo sabéis, me han cambiado al instituto Villacarriedo, porque al otro ya
no podía ir porque era para niños pequeños. Por suerte, seguía yendo con José
María e Isidro a clase y, como de costumbre, nos seguíamos escapando para ir a
pescar, jugar al fútbol y también a los bolos.
Mis
padres estaban muy enfadados conmigo por escaparme y me dijeron que si volvía a
escaparme me quitarían de futbol y de
bolos; entonces yo acabé los tres meses de curso que quedaban sin cometer ni
una sola infracción. Pero mis padres seguían enfadados porque decían que José
María e Isidro eran mala influencia. Entonces me cambiaron al instituto de
Villacariedo, donde no conocía a nadie, solo a un niño llamado Alfonso que
jugaba al fútbol conmigo y me caía muy mal porque era un egocéntrico.
Creo que deberías procurar no concretar tanto, llenar la redacción de información inecesaria puede hacer tediosa la lectura.
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