la vida de mi abuelo capítulo 5




5- SU ÉPOCA FUTBOLÍSTICA
La respuesta fue sí. Estaba en el Atlético de Madrid. Estaba muy feliz. Como el Atlético de Madrid jugaba y entrenaba  en Madrid y tenía 19 años, me fui a vivir solo a un piso  a veinte minutos del campo. El primer año jugué bastante poco, pero era de esperar; el equipo estaba formado y yo entraba nuevo. Aunque el segundo año empecé a jugar más y ese año en Navidades me convocaron para jugar un torneo en México.
              El avión era más impresionante que cualquiera en el que hubiera viajado en algún viaje de negocios de mi padre. Cuando llegamos allí nos instalamos en un hotel, Emporio Ciudad de México. Yo estaba en la habitación con Antonio el portero. Llegamos por la mañana, nos instalamos y por la tarde el entrenador nos mandó a correr alrededor del hotel durante tres cuartos de hora. Acabamos reventados, pero a cambio cenamos espaguetis a la boloñesa y filetes de ternera con salsa de queso y fruta. Después de la cena hicimos una reunión con el entrenador para saber contra quién jugábamos, el horario y el lugar. Jugábamos a las diez en un campo que estaba a una hora del hotel, contra el Stoke City, un equipo inglés, así que nos teníamos que levantar a las siete para desayunar a las siete y media y salir del hotel a las ocho. Ese partido lo ganamos dos a cero. Cuando llegamos al hotel llamé a mis padres para decirles que habíamos ganado. Después de comer vimos el partido del Borussia de Dortmund, un equipo alemán, contra el Toulouse, un equipo francés; ganó el Borussia Dortmund, entonces al dia siguiente jugábamos contra ellos. Después de cenar nos dijeron la hora a la que había, que levantarse, el campo y la distancia que había, había que levantarse a las nueve para desayunar a  las nueve y media, para salir a las diez y llegar al campo a las diez y media, para jugar a las once y media.
Ese día fue mi estreno, salí de titular, aunque jugué setenta y cinco minutos, pero marqué un gol y di una asistencia al delantero. Ganamos tres a dos. Cuando llegué al hotel me llamaron mis padres, para contarme que mi madre estaba embarazada de cuatro meses. Me quedé hecho un cuadro, porque ya eran cinco hijos los que tenían, más el que viniera seis. Después de la alucinación les dije a mis padres lo del partido, me dieron la enhorabuena y me mandaron saludos.
Al día siguiente nos jugábamos pasar a cuartos contra el Nápoles, un equipo italiano. Empatamos dos a dos y les ganamos en los penaltis porque un jugador suyo le dio al palo en el último penalti. Estábamos en cuartos y jugábamos contra el Sporting de Lisboa, que, como su propio nombre dice, es un equipo de  la capital de Portugal (Lisboa). Les ganamos dos a uno con un gol mío. Estábamos a dos partidos de ganar el torneo. Había que sortear los partidos entre nosotros, el Real Madrid, el Manchester United y el París Saint-Germain. Los partidos quedaron: Real Madrid contra Manchester United y nosotros contra el PSG (Paris Saint-Germain). Nosotros jugábamos dos días más tarde y ellos al día siguiente.
Al día siguiente nos quedamos por la mañana  en el hotel descansando para estar al cien por ciento para el partido del siguiente día y  por la tarde fuimos a ver el partido del Real Madrid contra el Borussia de Dortmund; ganó el Real Madrid.
A la mañana siguiente fuimos a Cuidad de México a jugar la semifinal contra el PSG. Por desgracia, perdimos tres a dos; solo jugué veinticinco minutos porque al centrocampista titular le dio un tirón en el muslo. Ya no estábamos en la final pero podíamos llevarnos el bronce para Madrid. La final se jugaba dos días después y el tercer y cuarto puesto al día siguiente. Después de cenar tuvimos una charla  para el partido del día siguiente por la tarde; nos dijo que teníamos que ganarlo y que, aunque lo ganáramos o perdiéramos, estaba orgulloso de nosotros porque íbamos a quedar entre los cinco mejores equipos de un torneo con los mejores equipos del mundo.
Llegó el partido del día siguiente y todos salimos con muchas ganas a ganar el partido; lo ganamos dos a uno. Nos llevamos una alegría tremenda porque aunque no hubiéramos ganado nos llevábamos un bronce para Madrid. Cuando llegamos al hotel eran las diez de la noche y el entrenador nos dejó salir de fiesta para celebrarlo. Volvimos a las tres y media de la mañana, pero había un inconveniente, había que levantarse a las ocho y media de la mañana.
A la mañana siguiente preparamos todas las maletas y todo y nos subimos al autobús para ir a ver la final. Ganó el PSG cuatro a dos al Real Madrid. Después del partido fue la entrega de premios y nada más acabarla nos teníamos que ir corriendo al aeropuerto para coger el avión de vuelta.
Cuando volvimos fui directo a Vargas, mi pueblo, para estar con mi madre durante las dos semanas que quedaban de Navidad. Como ya sabéis, mi madre estaba embarazada de cuatro meses e iba a ayudarla a preparar los regalos de Reyes y la cena y comida de Nochevieja y Año Nuevo.
Cuando volvía a entrenar después de vacaciones me llevé una noticia que no me entusiasmó demasiado. Era que cuando acabara la temporada me tenía que ir cedido al Valladolid, que se había interesado mucho por mí, pero,  como no querían venderme, me cedían dos años.
A punto de acabar la temporada, me llamaron a mi casa diciendo que mi madre acababa de romper aguas y que no era un niño que eran unos gemelos llamados Fernando y Luis. Nada más enterarme llamé a mi entrenador y le pregunté si me podía dejar irme unos días a Vargas a ver a mis hermanos recién nacidos. Me dijo que claro, que por supuesto podía irme. Cogí el primer tren que iba hacía Cantabria y  al día siguiente ya  estaba en casa con mis hermanos recién nacidos; eran idénticos a mí cuando era pequeño. Pasé allí unos días y volví para jugar el partido el sábado contra el Racing de Santander; me pillaba bien porque Vargas estaba a media hora de Santander, entonces el partido me pillaba cerca. Ganamos cuatro a uno, aunque solo jugué diez minutos y marqué un gol. Luego volví con el equipo en el avión a Madrid. Nos quedaba el último partido de liga contra el Real Madrid y, si ganábamos, quedábamos primeros de Liga. Estuvimos toda la semana entrenando para el partido.
Y llegó el día del partido; todos estábamos con ganas de ganar pero muy nerviosos. Salimos todos con muchísimas ganas, hicimos un partido espléndido y ganamos el partido tres a uno, éramos campeones de Liga. Pero yo no estaba muy feliz porque era el último partido que iba a jugar con mis compañeros. Cuando acabó la entrega de premios (una semana más tarde del partido), me despedí de mis compañeros y vendí el piso de Madrid y me fui a Vargas a pasar el verano hasta agosto, cuando me iría a Valladolid a empezar a entrenar con el equipo.
Estuve todo el verano detrás de Fernando y Luís porque mi madre no podía con todos, aunque sacaba tiempo para ir a correr o para estar con José María e Isidro.
Y llegó agosto, un mes demasiado cálido como para estar al sol sin sudar de calor. Pero allí estaba yo en el tren hacia Valladolid. Era insoportable el calor que hacía, más el que el que tenía al lado sentado que no daba el calor era porque desprendía calor sino porque iba en pantalón largo, chaqueta de estas gordas que se utilizaban para ir a la nieve y una cazadora más gorda que las que usaban los esquimales.
Y por fin llegué a mi destino. Un piso con piscina. Tenía cuatro habitaciones, dos baños, una cocina, un salón y la piscina, que no es que fuera muy grande, pero para hacer una fiesta con cinco o seis amigos estaba bien. Me instale y me preparé las cosas para ir a entrenar el día siguiente.



Comentarios

  1. Mi opinión es que repites muchas palabras en un mismo párrafo, trata de hacer más melodiosa y armónica la lectura.

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